miércoles, 30 de marzo de 2016

La guitarra por Atahualpa Yupanqui

En un tiempo, antes de ser guitarra, antes de que la madera fuera ahuecada, la guitarra fue simplemente un trozo de un árbol. Integró el cuerpo de un árbol determinado, un abeto azul, un jacarandá. Y ese árbol no era solitario, no estaba solo en una colina, sino que formaba parte de una pequeña selva, de eso que llamamos monte. Y ahí ese árbol era vecino de otros de todo tipo y especie, de hojas perecederas o no perecederas, de madera dura o madera blanda, de madera que absorbe la humedad o de madera que la conserva. Ahí vivía la guitarra antes de ser guitarra. Y ese pedazo de madera integrante de la selva tiene que haber recibido un gorjeo de algún ave al atardecer, o al amanecer, o al mediodía. De toda clase de pájaros a toda hora del día. Toda la selva recibió el cántico de pájaros a lo largo de los años, de pájaros que han cantado con frío en invierno, con sol, con siestas, con sustos, con coraje y en primavera con amor, con polluelos, con hijos o sin hijos. El cántico del ave ha sido siempre el elemento. Y a la madera sensible se le ha penetrado ese cántico. Alguna vez la hacharon, alguna vez se cayó y la usaron, la ahuecaron, la pusieron a templar como tabla y alguna vez la formaron. Pero es una madera llena de infinitas vibraciones y de qué vibraciones: miles de horas de canto de pájaros. Y así se formó la guitarra.

Y cuando se hizo instrumento, llegó a las manos de gente de distinta condición: virtuosos, hábiles, ávidos de encontrar algo que los ayudara en la vida, o a conformar su destino o su mensaje, o a consolar su soledad. Mil asuntos, mil razones por las cuales se inclinaba hacia ese instrumento llevo de vibraciones y con tanta tradición. Y no faltará seguramente los que le adjudicaban a alguna gente la virtud de enriquecer el canto de la guitarra. “Fulano de Tal hace hablar a la guitarra, la hace cantar, la hace decir...” o “escuchar ese guitarrista es una enseñanza para los demás”. Pero la guitarra ya venía con una multitud infinita de vibraciones. Como las catedrales, que no precisan tenores para tener ley acústica. La guitarra estaba plena de sonidos. Entonces, ¿no será en cierto modo una pretensión del ser humano que se acerca a la guitarra, decir que es el hombre el que está enriqueciendo su sonido, su misterio, su buena disposición para decir cosas? Ella todo lo sabe, no tiene un secreto para ocultar. Todo lo atesoró y todo lo da. Aunque a veces se niega. Cuando una mano no la merece, la guitarra se puede negar. A veces dicen: “esta guitarra no me dice...”. Lo he oído: “esta guitarra es muy buena, está bien construida, pero a mí no me dice...” ¿No será que esa persona no ha hecho nada para merecerla?. Quizá le ha faltado unción, la condición del ruego callado, el decir “ayúdame” sin decir la palabra, el acercarse para que el instrumento le ayude a transmitir tal o cual asunto que tiene algo que ver con el sentimiento humano. Si es así, la guitarra siempre lo ayudará. Pero si es por un simple afán de lucimiento, es posible que ese instrumento noble y sencillo no quiera complicarse en lo que no entiende. La ambición humana no la entiende ni la entenderá nunca, porque viene de otra cosa infinita, de una enorme libertad de expresarse con un gran albedrío que tiene todos los colores y todos los mejores destinos.

Yo he escuchado alguna vez con respecto a la caja vidalera, a un señor que golpeaba dos veces la caja y se la ponía al oído, y escuchaba su resonancia a ver si correspondía empezar a no del aparato”. Y así es la guitarra. Cuando ve que el hombre no está preparado para entender lo cósmico, la consultación entre el misterio del instrumento y el anhelo del hombre, la guitarra se queda callada y deja al hombre en el aire, como diciendo “no entiendo ese idioma...”. Si yo no estoy digno algún día, la guitarra me lo va a hacer sentir. Y si uno tiene la entereza de enfrentar la verdad profunda, es posible que la música cobre al fin de los tiempos una condición muy elevada, muy hermosa, y se salve de la mercantilización de una habilidad o un virtuosismo. Yo pienso por ahí, quién sabe. Puede ser.


Atahualpa Yupanqui. 

Este largo camino. (Memorias) 

La nueva poesía de cantautor

Nuevos poetas en Madrid, nueva generación... Cantautores....
¡Me avergüenzo! ‪#‎ennombredelarte‬
Ha pasado el día del aniversario de la muerte de Miguel Hernández y como muchos otros aniversarios importantes he visto como músicos-poetas, escritores de mi generación y especialmente del ambiente madrileño no hacen ni una ligera mención a los grandes de la historia de nuestro país. No es una obligación, no es necesario en toda medida. No es por Miguel Hernández ni sus tres heridas, ni por las balas que nos robaron a Lorca, ni por la mirada lejana de la exiliada generación del 27. Y sí, también es por ellos.
Me rodea una generación de "artistas" que no recuerda a sus maestros, que no es poesía rodeada de poesía, sino pseudopoesía que se sostiene con egos de niños que no se atreven a crecer. Y aún así siguen atreviéndose y aventurandose.
Así se publican libros "sinsentido", se congregan frente al desnivel de un escenario a escuchar los versos escritos por algún compañero, se sostienen en un elitismo absurdo y , en realidad, inexistente. Son como una madriguera, un nido de hormigas, adentro sólo ellos y afuera el mundo. Muchos se animan a entrar.
Si,diré que si hay gente haciendo una bella labor, escribiendo cosas valiosas en estos círculos, los menos.
Me repele este circo de palabras vacías y onanismo. De machismo enmascarado de seducción y tráfico de palabras.
Sino saben de que hablo, tan sólo es necesario echar un ojo en cualquier círculo de cantautores madrileño para saber de que existe una nueva generación de gente adepta a este "arte" de consumo.
Creo en la bella labor del poeta y del escritor y por ello la respeto. Yo también escribo y quizás algún día como ellos también tenga ese valor de publicar un poemario, pero siempre con conciencia queridos, por eso, porque creo en esa LABOR.
Creo que es una maravilla el poder compartir literatura, creo en el poder de la palabra y creo en que es una gran idea animarse a escribir, realmente los animo a que lo hagan y que lo sigan haciendo quienes ya se hayan iniciado. Pero lean, escuchen, fórmense. Dejen de hacer mierda banal y repetitiva, dejen de clonarse y , en caso de hacerlo,hubiera sido una gran idea plagiar cosas de calidad y no esa mierda.
Parece que la poesía se haya puesto a disposición del Don juan para poder conseguir los favores sexuales de la presa elegida.
No, no me identifico. Y pertenezco a este aquí y ahora en el que, como muchos colegas, trato siempre de mejorar y conseguir nuevos cometidos, cometidos responsables. 
La inexperiencia no es un error, ni el cautelar paso en falso hacia un lugar erróneo. El error es la sabida utilización y escarnio del arte. Prefiero el vacío.
Quiero creer que esta juventud que me rodea sí puede ser estrella, sí puede escuchar, sí puede buscar a los maestros, viajar, luchar por SER. Pero ,desgraciadamente, siento que actualmente y en estos personajes, no brilla.
No soy un "levantafaldas", no soy lesbiana, ni tampoco hago música indi. No me encuadro en el absurdo surrealismo de alguna música que ronda por ahí, no soy hippie,ni tampoco hago música para conquistar al sexo opuesto. 
Pareciera que en esta corriente que viene pisándonos sino haces algo de lo anteriormente mencionado, estás fuera del término Cantautor, Cantor, trovador o como quieran llamarlo. 
Así, con esta connotación, tampoco yo quiero ser cantautora.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Los Nadie de Eduardo Galeano.

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadie con salir
de pobres,

que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a
cántaros la buena suerte;

pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca.

Ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los
nadie la llamen,

aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie
derecho,

o empiecen el año cambiando de escoba.

Los nadie: los hijos de nadie, los dueños de nada.

Los nadie: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre,
muriendo la vida, jodidos, rejodidos.

Que no son, aunque sean.

Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones, sino supersticiones.

Que no hacen arte, sino artesanía.

Que no practican cultura, sino folklore.

Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.

Que no tienen nombre, sino número.

Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la
prensa local.

Los nadie, que cuestan menos que la bala que los mata.